Reseña Historica
cerdo es un animal que posee varias
denominaciones, como puerco, cochino, marrano, chancho. El macho reproductor se llama verraco; la hembra enamorada, marrana; los mamones, lechones; los que tienen de 2 a 4 meses, cochinillos; y los castrados, puercos. Del cerdo se aprovecha todo. Por un lado, están los cortes de las grandes piezas como las piernas, brazos; por otro lado, están la cabeza, las manos, orejas y rabo. Su grasa es la manteca, que clarificada es una de las más valiosas grasas de cocina. Su sangre le otorga color característico al criollísimo relleno y otras morcillas. Las carnes restantes mezcladas con otras, por lo general de vaca o ternera, constituyen la base de la enorme variedad de embutidos, como alchichas, chorizos, longanizas, jamones, mortadelas, salchichones, salames, salchichas huachanas, etc. Todavía quedan menudencias para preparar guisos verdaderamente sustanciosos. Como podemos ver, el cerdo puede servirnos para preparar mil y una fantasías culinarias.
Cocinar sobre brasas un cerdo nos asegura momentos de plena diversión y también una gran labor. El tiempo de cocción requiere varias horas. El calor debe ser suave e ininterrumpido. La diversión consiste en atravesar con un gran trinche de dos puntas al animal, el cual se sostiene con plena seguridad. Acomode este trinche sobre los cabeceras de fierro, que poseen unos ganchos de sujeción a diferente altura para poder manipular la carne según la necesidad de calor. Este equipo de fierros, indispensable para el éxito de esta receta, lo puede elaborar un artesano creativo.
La primera vez que participé en la preparación de este cerdo fue
para un luau en Ancón. En esa oportunidad, se cocinó un animal
de 25 kilos durante 7 horas. Se acompañó con
salsas de higo, salsa de curry y jalea de cebollas. Otro inolvidable
cerdo fue el preparado en Ica para el
bautizo de Martín Andrés Guadiamos Barco. Un cerdo de 35 kilos se
cocinó durante 10 horas; el resultado fue piel
crocante y carne jugosa. Se acompañó con ensaladas de pallares y espárragos.
Extienda el cochinillo limpio sobre una mesa. Luego, quiebre la
columna a todo lo largo sin traspasar la carne.
Prepare una salmuera (agua y sal) y humedezca la carne y la piel
por todas partes. Ponga a fuego fuerte en el horno y dele vueltas continuamente.
En cada vuelta, unte la piel del cochinillo con manteca; después, moje con la salmuera hasta que la piel forme ampolla y adquiera
un color bronce. Para esta operación, son suficientes 90 minutos.
Sirva de inmediato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario